sábado, 5 de mayo de 2007

Igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres

Básicamente el enfoque de género supone considerar sistemáticamente las diferencias entre las condiciones, situaciones y necesidades respectivas de las mujeres y de los hombres, en las fases de planificación, ejecución y evaluación de todas las políticas.
Las necesidades de las mujeres pueden ser de tipo básico, relacionadas con cuestiones como la manutención, la vivienda, la salud, etc., y de tipo estratégico que tienen que ver con la consecución de verdaderas cuotas de igualdad, es decir que la igualdad que defiende nuestro ordenamiento jurídico se haga real en la vida diaria.
Esta igualdad tiene que hacerse real en tres ámbitos de la vida de una comunidad, el trabajo, la toma de decisiones y la participación, y el acceso a los recursos. Y por tanto un programa político debe perseguir por una parte que la mujer trabaje en igualdad de condiciones que el hombre, que se igualen los niveles de ocupación, los sueldos, el acceso a puestos de responsabilidad y todo ello de manera que no se pierda la conciliación con la vida personal y familiar.
Además se debe conseguir una igualdad en la toma de decisiones, tanto familiar como pública, logrando una partición social equitativa y por último una igualdad en el acceso a los recursos económicos, sociales, sanitarios, culturales, educativos etc., que garantice tanto la satisfacción de las necesidades básicas como el desarrollo integral de la persona.
Fases: estudio, sensibilización y actuación. La idea es que cada municipio debería elaborar su propio plan de igualdad. Primero desde un análisis de género, el tipo de estudio que evalúa cómo es la situación de la mujer en los tres aspectos mencionados. Este debe iniciarse como cualquier otro estudio sociológico, consultando fuentes estadísticas, a través de encuestas, estudios de opinión, etc. Pero debe ir preparando la segunda fase, la de la sensibilización. Creo que todos los colectivos y sectores de una población deben pararse a pensar como es la situación de la mujer en el área de la vida local que les atañe. El empresariado, los deportistas, las distintas asociaciones, el mundo de la cultura, los políticos…
Esta fase de consultas, de elaboración de grupos de discusión, ya sería un instrumento de sensibilización al que deberían acompañar otros, como el mensaje de los responsables políticos en medios de comunicación, la elaboración de campañas publicitarias, etc. Pero además los grupos irían dando ideas de actuación, facilitando la adquisición de medidas que pueden terminar siendo de dos tipos, o bien medidas de discriminación positiva o bien medidas destinadas al fomento de la igualdad en las distintas áreas de la sociedad. El objetivo es conseguir un plan consensuado, participado y participativo, abierto siempre a nuevas incorporaciones tanto de colectivos y personas como de ideas, en continua evaluación y que termine por teñir todas las políticas y actuaciones que se realicen en un municipio.
Todo esto debe combinarse con continuas actuaciones de formación, para técnicos, políticos, empresarios, etc. Y esta formación debe ir en dos frentes, primero una general que alerte y capacite en cuestiones de género y por otra a través de experiencias de formación que a los hombres les cuestione la masculinidad imperante, es decir, la masculinidad machista, y que a las mujeres les de herramientas que favorezcan los procesos de empoderamiento, de adquisición de actitudes y habilidades que faciliten los procesos de igualdad.

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